Hoy te he visto.
A través de una pantalla y en un vídeo antiguo, pero te he visto.
Han sido tantos los recuerdos que me han venido a la mente... no lo esperaba y ha venido como un pequeño soplo de aire fresco que ya venía necesitando.
Ayer me acordé de ti, casi todos los días lo hago, pero pocas veces tenerte en mi mente consigue traerme paz. Normalmente, hace que tenga ganas de gritar, de llorar, de patalear y de maldecir el mundo en el que vivimos...
Pero ayer, mientras a él le contaba cómo jugábamos juntas cuando era pequeña... me sentí bien. Me gusta recordar esos momentos porque hacen que sienta que fui muy afortunada por tenerte... Por que tú me criases y educases... Velaste por mí y por ti soy quien soy.
Me enseñaste tus valores y tu fuerza y los dejaste como una impronta que quiero que esté siempre en mi corazón y en mi mente. Y así es cómo consigo que nunca termines de irte.
Así es como te mantengo aquí, de algún modo, ayudándome todavía.
Sin ti no habría conseguido lo que he conseguido en los últimos meses.
¡Ojalá estés muy orgullosa de mí, má...!
Todo esto te lo debo a ti y lo hago por ti.
Porque aún te quiero... y siempre lo haré.